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  • Foto del escritorJosé Ignacio Delgado

Delusione

Un desencantado apunte sobre "La Casa Gucci"


No puedo estar más que de acuerdo con las opiniones de mi admirado Tom Ford, director creativo de Gucci durante varios años y en no poca medida responsable de su resurgimiento en los 90, sobre la última película de R. Scott. Entre otras perlas, afirmó 'no saber muy bien qué es lo que estaba estaba viendo'... Y es que "La Casa Gucci", más que pintar un retrato creíble de los fascinantes protagonistas de la saga (todo queda en una caricatura), o siquiera presentar un guión mínimamente trenzado, pone en escena una serie de sketches tragicómicos al servicio de un plantel de estrellas (algunas incluso actores) que parecen darse la réplica para sus respectivos momentos de lucimiento. Todo envuelto, eso sí, por una primorosa estética que refleja el glamour y la elegancia que imaginamos debió lucir aquel Milán de los 70, donde los miembros de la mítica familia disfrutaban de su estatus y urdían sus complots. En cualquier caso, imposible negar el carisma de Lady Gaga, cada vez más empoderada en su rol de gran diva del cine. Resulta convincente como "viuda negra de Italia", ambiciosa, apasionada y letal en la venganza. En cuanto a Adam Shiver, desde mi faceta como actor necesitado de más oportunidades, me permito felicitarle por conseguir aparecer en casi todas las películas que se estrenan en los últimos tiempos. Desde luego su papel como Maurizio Gucci no pasará a la historia, siendo su mejor logro que no lamentemos demasiado su trágico final (en la película). De los demás me quedo, eso sí, con el gentleman Jeremy Irons, perfecta representación del comendattore Rodolfo Gucci, enfermo y exquisito, lúcido y cruel, último representante de una especie en extinción que contempla cómo el mundo se convierte en lo que finalmente será (en cierto modo, su personaje me ha recordado aquel Conde de Salina que bordó Burt Lancaster para El Gatopardo viscontiano). Sobre la dupla bufa Pacino/Leto no me demoraré demasiado: el primero perdido para siempre en su acomodaticio bucle autoparódico y el segundo en su pertinaz intento de demostrar al personal que, además de sus otras muchas ocupaciones, también es actor.


Un curioso vodevil, en fin, más cercano a las intrigas y chanchullos de aquel mítico serial Falcon Crest que a lo que se espera siempre de una película de Ridley Scott. Yo incluso me habría conformado con que el maestro ahondara, siquiera mínimamente, en los entresijos del mundo de la moda que en el último cuarto del siglo XX sufrió un verdadero cataclismo no solo a nivel estético sino también conceptual y sociológico. En "La Casa Gucci" esto queda limitado a la parte final, precisamente con la llegada de un joven tejano (¡qué no habría dicho el patriarca Rodolfo!...) llamado a resucitar la firma con una serie colecciones antológicas. Ya forma parte de la historia que aquel chaval era el mismísimo Tom Ford. Pero eso es todo, nada más se nos ofrece de las bambalinas de un universo tan fascinante como efímero, tan intrascendente como imprescindible, en el que verdaderos artistas se afanan en la noble tarea de embellecer a hombres y mujeres, y una inmensa industria pone a disposición de quien pueda pagarlos el producto de sus sueños. Dentro de ese improbable subgénero, que acaso acabo de inventar, recuerdo sobre la marcha "Phantom Thread" (Paul Thomas Anderson) e "Yves Saint Laurent" (Jalil Jespert). Ambas son ejemplos de cómo puede contarse una historia al tiempo que se ilustra con rigor sobre el contexto en que se inscribe (en este caso la moda).


Hay en la película, empero, una secuencia que sí recuerdo con cariño: es el momento en que Maurizio, ya al frente de su heredado imperio de moda, se deja fotografiar en una glamurosa sesión, mientras suena de fondo la canción de Bowie "Ashes to Ashes". Acaso sea este el momento que mejor refleja todo el vértigo, la locura, la alegría y el drama de aquella fascinante historia, propia de una intriga renacentista, que el gran Ridley Scott esta vez no ha acertado a contar.



Nota: Estaba previsto que "Ashes to Ashes" figurara en la lista de 'canciones eternas' de nuestro Blog. Aprovechando la coyuntura, será la siguiente que publiquemos.




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