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  • Foto del escritorCascanueces

El último duelo

Otro gran título de Ridley Scott.

Leemos que R. Scott anda ya por los 85 años, edad en que la mayoría de los mortales (que siquiera han logrado llegar a tan provecta edad) pasan su tiempo recordando batallas mejor que librándolas. No así el cineasta inglés que, desde los lejanos tiempos en que deslumbró al mundo con clásicos como "Blade Runner" o "Alien", ha firmado una buena cantidad de grandes películas (alternadas con otras obras "menores") pero siempre para deleite del público. Sobre Scott, ya un verdadero clásico en vida, hay disponible una ingente cantidad de información en libros, revistas, documentales, críticas y entrevistas, en gran medida disponible libremente en Internet, por lo que desde aquí invitamos a cualquier aficionado o simple curioso a explorar la vida y obra de uno de los grandes autores de cine de todos los tiempos.


Resulta curioso que la última película que nos llega del maestro tenga el mismo trasfondo que la primera que le dio a conocer hace ya varias décadas. Ya "Los Duelistas" (1977) proponía una muy dinámica y apasionante reflexión sobre esta resolutiva forma de dirimir diferencias que, desde hace siglos, habían adoptado los hombres. Aquella estaba ambientada en la Europa dominada por los ejércitos napoleónicos; "El último duelo" (2020) lo hace en la brutal Francia del siglo XIV. Son varios los motivos que, a nuestro entender, hacen muy recomendable su visionado. Los resumiremos de forma muy sintética, como corresponde al lenguaje de un Blog. Hablaremos por tanto de su impecable factura formal, que despliega una estética, fotografía y vestuario, perfectamente creíbles a tenor de la información histórica que se dispone de aquel tiempo. No hay recreaciones idealizadas, ni belleza impostada al estilo de otras producciones modernas que tienden a suavizar la chocante estética de épocas pasadas. Aquí todo es convenientemente crudo e incluso "feo", lo cual no resta un ápice de atractivo a la recreación de ese brutal mundo. Del grupo de actores, no destacaremos la labor de Ben Affleck, de quien es bien sabido que su talento reside más en la faceta como director o guionista (firma el libreto de esta película junto Matt Damon) que en sus cualidades interpretativas. El citado Damon muestra aquí su vis más contenida y amenazante, faceta que cultiva cada vez con más acierto. Por otro lado su antagonista, el ubicuo Adam Driver, sigue adelante con su proyección global aunque, a nuestro entender, podría dosificarse un poco más no sea que su presencia en tantas películas pueda llegar a cansar al personal. Mención aparte merece la actriz Jodie Cormer, a la que admiramos incondicionalmente desde que la descubrimos en la serie "Killing Eve". Su composición de un personaje ambiguo, a medio camino entre la vulnerabilidad y la fortaleza, obligada víctima de una visión ofensivamente machista de la sociedad de su tiempo, convierte a su personaje en el verdadero centro de la historia. Sin embargo, la idea de oportunismo por parte de Ridley que podría amenazar el acercamiento a la película, debe ser pronto desechada. Ni los gionistas ni el director "cargan las tintas"sobre ese aspecto, despojandolo de cualquier atisbo de fácil empatía o identificación emocional: los hechos y las circunstancias son elocuentes por sí mismos. El argumento, adelantado ya por el título de la película, gira en torno a un hecho históricamente comprobado: el último duelo de honor (a muerte) permitido en Francia, entre los caballeros Jean de Carrouges y Jacques Le Gris a cuenta de la supuesta violación de Marguerite, esposa del primero. Scott introduce muestra la narración con un recurso que, si bien no es nuevo, aquí funciona perfectamente permitiendo esa 'distancia emocional' que, de no haberse producido, lastraría la película para llevarla al terreno de la reivindicación o el victimismo. Nos referimos a multiplicidad de puntos de vista. Así, los hechos en litigio se ofrecen desde la perspectiva de los tres protagonistas, donde nuevamente es Cormer quien se lleva el gato al agua, convenciendo (o eso creemos) al espectador de quien es el verdadero ofendido en este siniestro episodio con trasfondo histórico. Cabe decir para terminar, que el duelo con que concluye la película y que da título a la misma, está perfectamente narrado y coreografiado, haciéndonos sentir toda la brutalidad y angustia de como debían ser en realidad aquellos lances, tal como corresponde mostrar a un superdotado cineasta como R. Scott.

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