Teresa Ramos
Ensimismá
Sobre Metheny, Morente, y otras cabelleras 'encrespás'

Hoy me he levantado dando un salto mortal, como en aquella canción de Hombres G. Afuera llueve y yo anticipo -esto lo entenderán bien los lectores que también sufren la galvanizada rebeldía de un pelo crespo- que el efecto de la humedad será capaz de elevarlo hacia el infinito sin ningún tipo de límites ni gravedades.
Avanzo despacio hacia el espejo, alerta ante la figura que saldrá a mi encuentro, imprevisible fusión de personalidades donde me reconoceré solo en parte. Ya frente a frente -sin las gafas puestas- acerco mi rostro al cristal, me contemplo perpleja, me llevo las manos a una cabellera que solo podría describir como de ‘dedos en el enchufe’ y me escucho decir: ¡Cómo me parezco a Pat Metheny!..
Ahora estoy en la ducha. Mientras el agua apacigua el tremendo volumen, pienso en el bueno de Pat, músico excelso a quien siempre he admirado, y recuerdo la huella que me dejó el documental “Morente sueña la Alhambra”, con aquel momento sublime en los jardines de la Alhambra donde la voz rota del Ronco del Albaicín se encontró con su guitarra.
Solo a un genio de la heterodoxia como a Enrique Morente se le ocurriría juntar en un mismo tema (“Generalife”) un texto anónimo del S. XV, el poema de María Zambrano “El agua ensimismada”, y las libérrimas escalas jazzísticas de Metheny, al tiempo que Israel Galván y Blanca Li dibujaban sus intrincadas coreografías por los jardines del castillo rojo. Solo a Morente que ahora, en una noche eterna de luna argéntea, pasea por la Alhambra -y por Nueva York- en compañía de García Lorca, Leonard Cohen y algunos remotos poetas andalusíes.
Perdida en ese momento, “ensimismá” mirando la infinitud del techo, envuelta en el eco que solo los baños tienen, un verso se desliza entre el agua y mis células, y yo canto mientras afuera llueve:
“Piensa o sueña el agua ensimismada…”