José Ignacio Delgado
La nube
La plaga de langostas según Just Philippot.
La nueé, 2020.

Sigo sin desfallecer la ópera prima del director francés Just Philippot, más que digna película de un subgénero que bien podríamos bautizar como "terror psicoecológico". En esta ocasión la trama sigue las vicisitudes de una criadora de langostas (esos insectos que vuelan en grupos de millones, devorando todo a su paso), entregada a la tarea de rentabilizar su decrépita granja tras un traumático episodio personal. Su obsesión por conseguir la fórmula perfecta y los sucesos que de ello se derivan, viene envuelta en un ambiente agobiante por la escasez de recursos, el escepticismo de sus propios hijos y la desconfianza del entorno. De forma progresiva e inteligente, la historia va adquiriendo tintes cada vez más oscuros, tensión que enfatiza con gran acierto una banda sonora donde el zumbido de las langostas adquiere protagonismo como elemento perturbador. Por momentos desagradable, sin llegar nunca a lo gore, Philippot muestra un camino que se desmarca del habitual terror palomitero. Es muy de agradecer. Esos cielos que presagian un cataclismo de proporciones bíblicas me han traído a la memoria la excelente Take Shelter (2011, J. Nichols). No faltará quien haga lecturas en clave medioambiental de la trama (la Humanidad modificando el comportamiento de animales para su cría masiva, catástrofes derivadas de todo signo, el fin del mundo a la vista, etc.) Me quedo con la brillante introspección de la actriz protagonista, Suliane Brahim, quien recibió un premio en el Festival de Sitges 2020 por el esfuerzo. Terror "inteligente" que sabe atrapar con un buen guión y utilizar en su justa medida el arsenal de efectos especiales de los que hoy dispone el cine. No es poco en los tiempos que corren.