José Ignacio Delgado
Sonidos nocturnos
Recordando al grupo Nightnoise.

Los domingos por la mañana he adquirido la costumbre de dedicar un rato a escribir sobre arte para este Blog. Y aunque intuyo que lo que se espera de mí es la crónica o reseña de algún evento de actualidad, no es menos cierto que a falta de citas que despierten mi entusiasmo, últimamente solo siento la inclinación de volver la vista atrás para sumergirme en el magma cálido de los recuerdos. Anoche terminé de leer “Desgracia”, la profunda y desgarradora novela de J.M. Coetzee, y he confirmado con meridiana claridad la percepción de que, aun siendo todavía plenamente capaz de amar y entregar mi pasión, ya nunca seré considerado por la sociedad ni sus individuos como un ejemplar deseable, y sí como un protoanciano en el primer capítulo de su irreversible decadencia. Bien es cierto que yo nunca emerjo del todo del estado de perpetua melancolía que me ha acompañado desde que tengo recuerdos; mi vida siempre ha estado velada, por así decirlo, por una seda traslúcida que impedía el disfrute completo de pequeñas cosas que a los demás ofrecían su plenitud de colores y formas. Sin embargo también confío en que esa misma tela sutil me brindará su tenue abrigo en los fríos tiempos que se avecinan. Tampoco negaré que la intuición del otoño acercándose ejerce sobre mi ánimo una invencible y exagerada influencia. Intentaré expresarlo: es como si sufriera una alucinación auditiva merced a la cual el viento, que arrastra las oscuras nubes de tormenta, me devolviera el eco de voces del pasado.
Este vergonzante párrafo introductorio (me resisto a borrarlo ante la desalentadora perspectiva de tener que comenzar de nuevo), viene a cuento de que al inicio del otoño, desde hace muchos años, saco del cajón mis discos del grupo Nightnoise. Y debo anticipar que jamás, en todo este tiempo, me he sentido defraudado por su música elegante y evocadora. Circunstancias de todo tipo van moldeando mi vida y mi forma de pensar, pero la tranquila fascinación y el poder balsámico de Nightnoise permanece. Por ello daré por bien empleadas las palabras que hoy dedico a divulgar esa inasible abstracción que los humanos llamamos “arte” si, incitado por ellas, al menos uno de los lectores de este humilde Blog se decide a ir a la tienda para encargar un disco del grupo. Sé que lo cómodo es lanzarse a internet a buitrear lo que se pueda, pero este es uno de esos grupos que merecen ser escuchados en el obsoleto reproductor de CD.
Inmersos como estamos en la sociedad de la información, infoxicados, me resisto a cortar y pegar datos que están al alcance de cualquiera, para quedarme con lo esencial: Nightnoise fue un proyecto musical, promovido por el violinista estadounidense Billy Oskay y el guitarrista irlandés Mícheál Ó Domhnaill, que abarcó desde 1984 hasta 1997. Tras un disco homónimo que obtuvo una modesta repercusión, fue a partir de la incorporación de la pianista y vocalista Tríona Ní Dhomnaill y del flautista Brian Dunning, cuando se configuró el cuarteto que pasó a la historia como creador de una música exquisita que integraba las raíces folklóricas de Irlanda con el Jazz y matices de música camerística. Más allá de caducas etiquetas (New Age, Windham Hill...), su arte está llamado a perdurar. Superando algún abandono y sustituciones que no les hicieron perder su esencia, habituales incidencias en una agrupación que reunía egos diversos capaces de aportar su descomunal talento y afán de perfección, alumbraron una serie de obras extraordinarias, compuestas en su mayor parte por joyas instrumentales entre las que se incluyeron también algunas preciosas canciones.
Siempre es una empresa absurda intentar describir con palabras la música… Por ello me limitaré a señalar la increíble capacidad de Nightnoise para sugerir paisajes interiores que evocan en mí la poesía de Henry Thoreau y William Wordsworth; bosques profundos y silenciosos, senderos que se pierden en la espesura, cielos de tormenta, olor a lluvia y antiguas ferias campestres. Y el amor…, ese amor puro y sin complicaciones que soñamos en la adolescencia y que, aún en el afortunado caso de hallarlo, en el fondo sabemos que estamos condenados a perder y añorar a través de los sucesivos otoños que nos ofrece la vida. Y manzanas de caramelo, algodón de azúcar, el sonido del agua fría corriendo por el arroyo, una chimenea crepitante, poemas compartidos junto al fuego, sentimiento de nostalgia por un tiempo y unos países que solo hemos visitado en sueños…
Todo eso es para mí Nightnoise.
Y así, un año más, me apresto a recibir al otoño.
Discografía:
Nightnoise (Billy Oskay y Micheal O'Dohmnaill, 1984)
Something of Time (1987)
At the End of the Evening (1988))
The Parting Tide (1990)
A Windham Hill Retrospective (compilación, 1992)
Shadow of Time (1994)
A Different Shore (1995)
The White Horse Sessions (1997)
Pure Nightnoise (2006) compilación